CODA EN CONCIERTO: “¡RESCATEMOS A NUESTRO PAÍS!”
Por Francisco Zamudio
Imágenes: Cortesía OCESA
Con un enérgico exhorto a rescatar a nuestro país y a traer de vuelta a los 43 alumnos normalistas de Ayotzinapa, la legendaria banda mexicana de hard rock, Coda, conmemoró a través de un energético concierto 25 años de su fundación, la noche del pasado viernes 7 de noviembre en el Teatro Metropólitan del Distrito Federal.
AGORA Y SU PODEROSA APERTURA
Los lazos que unen a Coda y Agora se han hecho muy fuertes con el correr de los años. Eso pudo sentirse desde que las luces ambientales del Teatro fueran inmoladas en la consola de mando, alrededor de las 20:40 horas.
Sergio Aguilar y Manuel Vásquez en las guitarras, Eduardo Carrillo a la batería y Daniel Villarreal en el bajo, tomaron sus puestos para cimentar alrededor de su cantante, Eduardo “Nat” Contreras, el entorno sónico ideal desde donde disparar su potente voz, la cual salió proyectada a la velocidad del rayo con “Víctima”.
“Hombre máquina” y “Segundo pasado”, sonaron con poderío, envueltas por un alucinante juego de luminarias blancas insertadas en el escenario, cuya repetición sobre los ojos te provocaba segundos de ceguera casi absoluta.
“En la nada”, pieza que fuera el primer sencillo de su más reciente álbum, Regresa Al Vértigo del 2011, fue sin dudar una de las canciones más festejadas de la velada por parte de los fans de esta agrupación de metal progresivo, quienes también siguieron con mucha atención “Seres eternos” y “1000 futuros”.
El nivel de sonido y dureza sonora que emergió de las bocinas, impactó con potencia los cuerpos de los poco más de tres mil asistentes a la fiesta de aniversario, cuya primera etapa concluyó con “Renacer”, del disco Zona De Silencio, editado en el 2005 y producido por Toño Ruiz, guitarrista de Coda.
NO LOS QUEREMOS DESAPARECIDOS
Quince minutos antes de las 22 horas, Cronos volvió a poner todo en penumbras para que Allan Pérez en el bajo, Jesús Esquivel tras la batería, David Melchor en los teclados, Antonio Ruiz en posesión de su guitarra eléctrica y Salvador Aguilar con un micrófono entre los dedos; llegaran a cumplir su cita con el destino.
Sobre una pantalla colocada tras los instrumentos, desfilaron los álbumes que la banda ha grabado y sus respectivos años de lanzamiento. Enciéndelo, Veinte Para Las Doce y Nivel 3. Precisamente del segundo, llegaron las dos primeras interpretaciones de la tertulia sonora: “Pon el mundo a girar” y “Si te tuviera aquí”, las cuales arrancaron los primeros gritos de aceptación por parte de sus fans.
“¿Esto está sucediendo de verdad? ¡Gracias, México!” fueron las primeras de muchas palabras de agradecimiento que “Chava” Aguilar le dedicó sus incondicionales a lo largo del concierto, antes de interpretar “Luz roja” y “Atrévete”.
Enseguida le regalaron a la audiencia “Muerte en el muelle”, una canción nueva que vendrá incluida en su próximo disco de estudio, el cual espera ser lanzado el próximo año. Sobre la pantalla, apareció entonces la letra de la rola, misma que por obvias razones no fue coreada por todos, aunque sí fue seguida con atención.
Tras el descalabro mediático que sufrió hace unas semanas, al presentarse en un programa de televisión de cantantes semi-profesionales o completamente amateurs -donde no pasó a una siguiente ronda-, Salvador Aguilar demostró fehacientemente que no sólo posee un canto privilegiado para el hard rock, sino que se encuentra en muy buena forma tonal.
Lo demostró ampliamente en “Sin ti no sé continuar”, “Preso de la inquietud” y “Frío”, donde Toño Ruiz, uno de los mejores guitarristas eléctricos no sólo de su generación, sino de la actualidad, se lució sacándole chispas a su Jackson.
“Pamela”, una canción que Aguilar le dedicó “A todas esas parejas que le echan ganas” –“No como nosotros, que ya llevamos dos divorcios”, se escuchó detrás– de deslizó a través de los omnipotentes altavoces del Teatro Metropólitan, sacudidos varias veces, al igual que nuestros esqueletos, por los golpes de Allan Pérez en su bajo de cinco cuerdas.
“Este sueño comenzó hace 25 años. Nos ha pasado de todo, buenas, malas…”, recordó Salvador mientras se preparaba un pequeño giro en su presentación: Un medley iniciado con fragmentos de “Suelto el deseo”, “Dame un poco de tiempo” y “Sigo aquí”, así como “Atado a tu piel”, donde Toño Ruiz interpretó las primeras estrofas y “Nada en común”, la cual fue liberada con una introducción blues-rockera de armónica a cargo de “Xava Drago”, como también se le conoce a Salvador Aguilar.
AYOTZINAPA PRESENTE
El país está dolido. La masacre de Iguala donde murieron (según el Estado) 43 estudiantes de la Escuela Rural Normal de Ayotzinapa, ha calado muy profundo en la sociedad mexicana y varios grupos de rock se manifestaron durante el fin de semana que pasó.
Durante el desarrollo de la siguiente pieza, “Veinte para las doce (al calor de la noche)”, apareció en el telón de leds una imagen trasladada digitalmente al mexicanísimo “papel picado”, donde se leía Ayotzinapa 43.
“Por favor, mexicanos… rescatemos a nuestro país. Ya no queremos más canciones que hablen de esto, ya no queremos esta realidad, queremos un México como este”, manifestó el cantante mientras señalaba a su público.
“Un México de hermandad, un México de rock and roll. ¡No los queremos desaparecidos! Los queremos aquí celebrando con nosotros. Quisiera que gritáramos muy fuerte desde aquí (tocándose el corazón) para que todo el mundo se entere, que en México todavía hay hermandad y hay rock and roll”, manifestó Aguilar con la aprobación de toda la audiencia.
“Sed” antecedió al momento climático del concierto. Un tema que forma parte ya parte de la historia no sólo de Coda, sino la de todo el rock mexicano: Llegó “Aún” y con él la ovación más fuerte, conmovedora y electrizante del show.
El encore llegó esculpido sobre las letras de “Tócame”, “Eternamente”, cuya interpretación se engalanó con una tupida lluvia de papel plateado, así como “Vivo o muerto”, cuyos últimos compases se fundieron con el aire alrededor de las 23:20 horas.
Admirable recapitulación de su cumpleaños 25. El futuro está ahí, teóricamente apuntalado por la unión entre sus integrantes y ya durante el 2015, se verá si su nuevo álbum está a la altura de su leyenda, una enviada por el gusto popular hacia los linderos del culto, pero que sin embargo es capaz todavía de mover fibras íntimas, no nada más entre quienes crecieron con ellos, sino entre los poseedores del relevo de la vida.
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