DEALER FEST: ENTRE EL NEGRO Y EL BLANCO
Texto y fotos por Francisco Zamudio
Aparte de varias fallas en la producción, las cuales produjeron un retraso de más de dos horas en su itinerario, el Dealer Fest 2014, celebrado el pasado viernes 12 de diciembre al interior del legendario Ex – Balneario Olímpico de Pantitlán; se erigió como una de las fiestas góticas más representativas del año, gracias a la participación de varios actos de peso en la escena oscura nacional, así como un invitado de auténtico lujo.
T.I.P.O.T.S
Casi una hora después de la hora establecida como punto de partida, la agrupación mexicana T.I.P.O.T.S., subió al escenario para derramar algunos minutos de rock directo, duro y a la sien, a través de canciones tipo “Fear”, “Leo” y “Entrar”. Sin mayores alcances que servir como abridor de la kilométrica celebración, el grupo se retiró y dejó su espacio vital ligeramente acalorado, para la aparición de la siguiente banda.
FAUSTO
“¿Cómo están, criaturas de la noche?” Preguntó Hugo Grob, líder vocal de una de las más recientes agrupaciones oscuras surgidas en la marquesina del rock mexicano: Fausto, banda de tradicional sonido gótico, complementada con Raúl Zavala, Víctor Mendoza y Guillermo Clemente, todos ex miembros de El Clan.
La adrenalina que exuda Grob sobre el tablado contagia y a la vez te constriñe los huesos: “Esta canción la quiero dedicar a toda la gente que muere joven”, dice antes de iniciar “Aunque no vuelvas más”, un tema que junto con “Huracán”, antecedieron a un manifiesto llamado “43”.
Por supuesto, el tema de Ayotzinapa ha calado hondo en todos los mexicanos, al menos en los más sensibles, en quienes han visto durante toda su vida, no importa si son adolescentes, adultos o ancianos, cómo El Sistema suele arrancar de tajo, sin miramientos, las raíces de cualquier cambio: Tlatelolco, Acteal, Aguas Blancas, Ayotzinapa… Mucho dolor y mucha sangre para un solo país.
Las palabras de Hugo en “43” caen como dagas en el alma. Se identifican de inmediato con el público expuesto a su áspero mensaje. Por eso, al momento en que de los instrumentos de la banda sale despedido el último acorde, un coro se forma entre las personas: “¡Fausto, Fausto, Fausto!”, clama la muchedumbre, pero eso se vuelve imposible, el show, ya retrasado para ese instante, debía seguir.
LOS DESENCHUFADOS
Nada es completamente blanco ni completamente negro. El Dealer Fest tuvo muchos yerros al interior de su producción, pero también hubo algunos aciertos, como el abrirle las puertas a las bandas locales, entendiéndose por local, la zona geográfica del Oriente de la ciudad de México donde se desarrolló la tocada, colindante con el Estado de México y su legendaria Ciudad Netzahualcóyotl.
“¡Qué bien que se hagan estos eventos, porque nosotros somos de Pantitlán!”, manifestó abiertamente Manolo Calavera, cantante y guitarrista de la banda de garage punk Los Desenchufados, quien junto con Ihuma Pervers, Conejo, Charly Insumiso y Atmorphius, le dieron el toque rasposo a la programación, a través de cortantes píldoras sónicas tipo “Hipnótica” o “El hombre de la tormenta”.
Entre una fisonomía estética que va del mohawk punketo al cuero negro entre sus integrantes, sobresale la imagen de Ihuma Pervers, con su chamarra plagada de estoperoles, su cabello pintado de rosa y los varios piercings diseminados sobre su cara. Empero, también resalta su forma cruda de tocar el bajo en tracks como “Del infierno” o “Zombies”.
EURÍDICE
No es una banda gótica per se. Ellos se adhieren a etiquetas sonoras más unidas con la new wave o el post punk. Sin embargo, letras en la vena de “No hay luz en el cielo hoy” o las referencias a sepulcros, penitencias, o esos coros dolientes de franca influencia a Rita Guerrero que engalanan su canción “Taj Mahal”, construyen puentes indisolubles con la filosofía dark.
Hari Sama en la voz, teclados y el clarinete; Javier Areán en la voz y el bajo, el ex Santa Sabina Patricio Iglesias en la batería y Rodrigo de la Mora en la guitarra, salieron a dejar la piel sobre las movedizas tablas con las cuales fue construido el stage del Dealer Fest, nada más, pero nada menos.
“Perdido en Moscú”, “Aullidos”, “Santa sustancia” y “Nada es real”, cantada por Hari en clave de vómito hacia los partidos políticos que tienen al país al borde de un colapso financiero y social, dedicada a esos “políticos culeros” para quienes el pueblo sólo es visible en elecciones; complementaron la actuación de esta agrupación, cuya fineza se escucha y se siente al oído desde sus primeras notas.
OGO+R01D0 VJ SUCK.ME.
Un acto de extrema brutalidad corporal, una música que sonó y sonó como un martillo de Thor en clave metálico-industrial, sin siquiera tener un título definido por sus creadores. Minutos de angustia entre varios asistentes al ver cómo un valiente (o todo lo contrario) ser humano se dejaba clavar varios ganchos de acero en la espalda, para ser levantado en vilo por una grúa mecánica. Eso fue lo que ofreció este proyecto, una proyección del dolor como herramienta creadora y alteradora de la conciencia.
EL CLAN
Si bien nunca se habían ido del inconsciente colectivo darkie, gracias a la insistencia de Jaime Chávez por mantener vivo el proyecto con la anexión de mucha gente, entre ellos los cantantes Hugo Grob y Ricardo Lassala, ex vocalista del mítico grupo Ansia; la noche del pasado festejo Guadalupano en la capital del país, volvió a ratificarse, una vez más desde su regreso, que Gustavo “El Castor” Pérez, es quien posee el mayor arrastre entre los incondicionales de El Clan.
Gustavo y Jaime junto con Germán Slalom, Hugo Ridderstrom y Omar Mundo, envolvieron nuevamente en negros deberes, a una masa cuyo número nunca se supo de manera oficial, aunque cálculos personales lo sitúan entre los dos mil y los tres mil aficionados al rock de tonalidades lóbregas.
La instrumental “Estigia” y “Only live once” de Caronte, su nuevo y más reciente disco de larga duración, el cual fue lanzado hace apenas unas semanas, se mezclaron con clásicos de la banda en la tesitura de “Sin sentir”, “Azul de medianoche” y, por supuesto, la canción con la cual han firmado su entrada al, todavía, inexistente libro de oro del rock mexicano: Las Brujas.
Los años y el alejamiento voluntario de su tierra (ahora vive en Estados Unidos), han transformado a Gustavo Pérez en un mejor capitán escénico, se ha convertido en un mejor cantante, en una especie de hechicero tonal que hipnotiza con su voz. Además, ha acrecentado sus dotes histriónicas y eso fue muy celebrado por la concurrencia no sólo con gritos, sino con un potente slam.
SAN PASCUALITO REY
La agrupación comandada por Pascual Reyes, sacó a relucir su lado más dark y menos guapachoso para enfrentarse al monstruo de los mil rostros. Alejandro Otaola, Luca Ortega y Juan Morales hincharon su corazón para traspasar el de miles de espíritus con dagas tan filosas como “Beso de muerto” y “Comezón”, donde una ovación atronadora les cayó sobre sus cabezas.
“Hazme un hijo wey, hazme un hijo”, le gritaban a Pascual no sus seguidoras femeninas, sino esos fans masculinos cuya parte delicada aflora después de varias cervezas y piezas tan conmovedoras para las emociones como “Nos tragamos” con su historia detrás de infidelidad u “Olvídate de mí” y su mensaje de rompimiento, de adiós.
“Los Pascuales” se encuentran en pleno proceso de despedida de su catorceava vuelta al calendario de la mejor forma que puede hacerse. En este show, revalidaron todas esas imágenes aparecidas en sus redes sociales durante los últimos meses, donde se ven llenos totales y unos públicos entregados totalmente a su propuesta sónica.
“Caemos o volamos”, un clásico de su carrera, encendió aún más las gargantas de esos hijos de la oscuridad, cuyos baladros tenían la capacidad de horadar cualquier oído, lo cual se magnificó con “Flush”, que fue cantada de igual forma por Pascual, con rugidos desgarradores que traspasaron varias conciencias.
CORCOBADO
Uno de los momentos más esperados por la audiencia durante todo el festival, el más pedido quizá, tuvo que aguardar varios minutos más para poder cristalizarse. Y es que parecía que todas las fallas en el sistema de audio montado por los productores del Dealer Fest, donde también tuvo cabida presupuesto de la delegación política de Iztacalco, se vinieron encima para eclipsar la presentación de quien es conocido, entre otros apelativos, como “El duque del ruido”.
Gruñidos de insistencia por parte de la gente, se conjugaron con actitudes de la más baja ralea como aventar objetos al escenario, lo cual provocó que Juan Pérez, guitarrista de la banda de acompañamiento del galo-español Javier Corcobado, volteara a ver a los asistentes con gesto adusto, en franca desaprobación al hecho.
Tras cientos de segundos vueltos una eternidad no sólo por la espera del momento, sino por la acumulada ya a través de toda la jornada (con todo y que Veneno Para Las Hadas canceló su participación en el festival), Jesús Alonso en la batería, Sergio Devece en el bajo y Julián Sanz, tecladista invocado de uno de los primeros grupos de Corcobado, Mar Otra Vez, iniciaron su labor de entretejer una red sonora que recibiera al bardo.
“Carta al cielo”, “La canción del viento”, “Te estoy queriendo tanto”, “Caballitos de anís” y “A nadie”, esa pieza donde Javier se metamorfosea en Dios para quejarse de la falta de cariño y comprensión por parte de sus humanos descendientes; conformaron un set donde además llegó el rock violento con alma punk de “Si te matas” o la inquietante diatriba que propone “La libertad”.
Los gritos de “Otra, otra”, fueron acallados por el propio Corcobado, quien adujo que ya no había tiempo y que, seguramente, regresaría otra vez a México durante el 2015.
LA CASTAÑEDA
Faltaban algunos minutos para las 2 de la mañana del sábado 13 de diciembre. Salvador Moreno, al frente de La Castañeda, se apoderó entonces del micrófono. Su roja vestimenta, así como una máscara del mismo color donde sobresalían algunas protuberancias plásticas; le conferían un aspecto semi-diabólico, extraído desde los más lejanos laberintos del infierno.
Los hermanos Oswaldo y Omar De León, José Luis “Pepo” Escamilla y Felipe Maldonado, escoltaron a Moreno por un periplo edificado con puros hits de su amplia trayectoria, misma que comenzaron a cincelar hace ya 25 años.
“Cenit”, “Noches de tu piel”, “La fiebre de norma” y varias inolvidables más, se diluyeron en las primeras horas de la madrugada. Finalmente el Dealer Fest concluyó con toda su carga de aciertos y, en contraste, la serie de cosas que deberán mejorar para una siguiente ocasión, si es que sus organizadores aspiran a convertirlo en el festival (o en uno de los festivales) góticos más renombrados del Distrito Federal y del país.
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