LEÓN LARREGUI (ZOÉ): “TODOS SOMOS CULPABLES”
* Encendida disertación del líder de Zoé acerca de la delicada situación que vive México, durante su concierto en el Autódromo Hermanos Rodríguez del Distrito Federal
Por Francisco Zamudio
Imágenes: Cortesía OCESA
La banda de rock sicodélico-espacial Zoé, consiguió el pasado 8 de noviembre ingresar al –todavía– inexistente libro de récords del rock mexicano, al convertirse en la segunda banda nacional en llenar el recinto más grande del país en calidad de grupo estelar, sin mediar colaboraciones como la de Maná con Carlos Santana en 1999 o la actuación de Caifanes en el marco del FICM 2011.
En punto de las 21:00 horas, tras la presentación como acto abridor del grupo Reyno, León Larregui, Sergio Acosta, Ángel Mosqueda, Jesús Báez, Rodrigo Guardiola y varios músicos invitados, tomaron posesión de su gigantesco y muy colorido púlpito.
Y desde ahí, dirigieron un mensaje sónico extenso (y uno más corto pero sumamente explosivo a nivel político), para los 40 mil seguidores que llenaron el foro, levemente recortado en sus gradas, por las obras que se llevan a cabo con miras al Gran Premio de México de Fórmula Uno del 2015.
Envuelta en un atmosférico fondo azulado, erigido desde un monumental andamiaje de luces, la banda inició su exitoso periplo, uno que dejó en claro su papel como representantes de su generación, aunque ellos mismos no se vean -e incluso rechacen-, su colocación mediática en dicho pedestal.
¿De qué otra forma se les puede catalogar entonces? De aquella presentación de su primer disco en una desaparecida discoteca de la ciudad de México ante menos de 300 personas, a un mega-stage con 40 mil cómplices, la diferencia es necesariamente abismal y habla fehacientemente de su inmensa popularidad.
“Sombras” y “Dos mil trece” sonaron como preámbulo a las primeras palabras que León pronunciaría a lo largo del concierto: “Muchísimas gracias, éste es uno de los días más especiales de nuestra vida; no estaríamos aquí si no fuera por ustedes. Gracias por seguirnos tantos años, de verdad gracias y que lo disfruten”, manifestó el cantante antes de darle paso a “10 AM”.
Otra pieza de su más reciente álbum, “Fin de semana”, surgió desde su chistera sonora con una figura pocas veces vista en el rock nacional: Tocada a dos baterías. Después llegó “Últimos días” donde León se colgó su conocida guitarra eléctrica Rickenbacker de color rojo e inmediatamente después “Vía Láctea”.
El primer momento notable de la jornada sin duda. Una canción que todos entonaron, mientras un valiente fan que logró meter una bandera blanca con el logo del grupo dibujado en negro, la ondeaba orgullosamente mientras pedía, quizá, que la noche se volviera eterna bajo las estrellas.
Otra de las infaltables apareció en su set list: “Dead”, arropada por un juego de rayos láser en tonos verdosos, que hacían recordar los usados por gente de ligas mayores del rock como Pink Floyd, por ejemplo.
“Nada”, otra de las preferidas por la audiencia, desconcertó a muchos con su inicio a ritmo de vals de lento desarrollo, el cual transitó por un puente electrónico, antes de mostrarse en su última parte tal y como fue editada en el álbum Reptilectric.
Una porra futbolera antecedió a “Nunca” y segundos más tarde vino “Corazón atómico”, donde el vocalista de Zoé utilizó un megáfono directamente microfoneado, no como se estila a la vieja usanza, donde los cantantes se acercan con dicho aparato a un micrófono de pedestal.
“Sólo” del disco Rocanlover, “Miel” de su epónimo álbum debut, así como “Arrullo de estrellas” y “Game over Shanghái (Liu Yang River)” de su más reciente placa, Prográmaton, resonaron en el ecosistema auditivo, mientras en las dos pantallas de leds atrás del escenario, aparecían múltiples figuras geométricas.
Para “Paula”, León tomó una guitarra acústica, pero antes de comenzar a cantar, se dirigió a la muchedumbre para decirles: “Me acaba de dar su láser en el ojo, cuidado con eso”, refiriéndose a alguno de esos ‘chistositos’ que le apuntan a los músicos con sus diminutos gadgets, amparados por la oscuridad y el anonimato.
La vibra desconectada de la rola anterior se extendió hasta “Poli”, donde Ángel Mosqueda utilizó una guitarra pequeña que, vista a la distancia, parecía una jarana (¿o un charango quizá?) así como en “Andrómeda” y en “Panoramas”, misma que fue introducida por Larregui a través de una armónica.
Imágenes de cuarzos enormes rodearon a “Labios rotos”, otra de las más festejadas del concierto, a cuyo término León comentó: “Muchísimas gracias, es una bendición estar aquí. Con esta canción nos vamos al intermedio, jajaja” para enseguida arrancarse con “Cámara lenta”, una más del nuevo disco.
ENCORE 1
En una conferencia de prensa previa al concierto, la banda dio a entender que habría varios invitados a interactuar musicalmente con ellos. Al final, sólo Denise “LoBlondo” Gutiérrez, lideresa del grupo Hello Seahorse! apareció en la primera pista del primer encore, para entonar “Luna” junto a León.
Aquí Larregui salió envuelto en un poncho blanco con dibujos azules que representaban la parte bíblica de la “multiplicación de los peces”, mientras portaba en el pecho una figura que para los budistas personifica “La rueda del Dharma”, mientras que para los paganos simboliza “La rueda del año”, algo que tiene que ver con los ciclos de siembra y de cosecha.
De esta manera cantó “Reptilectric”, “Soñé” y “No me destruyas”, para después pronunciar su ahora célebre alegato social.
“TODOS SOMOS CULPABLES”
“No soy muy bueno para dar discursos”, manifestó en su característico hablar de predisposición “droogie”, antes de iniciar lo que, posteriormente, se transformaría en redes sociales y medios de comunicación, en una molesta y muy cuestionable perorata:
“Escribí algo que hace falta decirlo, que hay que ser responsables… México está de luto. México está sangrando. ¿Qué más tenemos que aguantar para decir basta? El país está secuestrado por una pandilla de neandertales, ladrones y asesinos. ¿En qué país quieres vivir tú?, ¿en el que el simple hecho de exigir tu derecho a una vida digna y justa, signifique que te van a desaparecer y a matar?.
¿Qué chingada madres es eso? Soñemos con el México que queremos y hagámoslo realidad actuando sin miedo. Tú tienes el poder de transformar la realidad. En un cuarto lleno de luz no hay lugar para la oscuridad, pero en un cuarto lleno de oscuridad, con un solo pinche foco lo puedes iluminar y ese foco podría ser Ayotzinapa.
De alguna forma todos somos responsables de lo que pasó, reflexionen y platiquen, júntense; tenemos que unirnos, ser un mismo pueblo, ser una gran luz, no por nada somos la raza dorada, no por nada somos ‘El Pueblo del Sol’. Luz y fuerza, hermanos”.
Eso fue antes de interpretar uno de sus futuros clásicos: “Love” aunque todavía, tras concluir esa melodía de espíritu Beatle, exteriorizó con fuerza: “Ustedes son el futuro de México, no dejen que las garras de la malicia de estos pendejos los agarren”.
Sus palabras originaron posiciones encontradas, desde quienes lo aplaudieron, hasta quienes lo señalan como parte del problema, por su sabida, aunque nunca reconocida, afición a las drogas.
Quien esto escribe, observó a una chica celebrar estruendosamente la alocución de Larregui, como si hubiese dicho algo chistoso y festejara sus bromas. El par de amigas que la acompañaban, se sintieron tan incómodas que la callaron en al menos un par de ocasiones.
Eso te lleva a pensar que, si al menos esa chava se informó de lo que León quiso decir y toma conciencia de lo que escuchó, pero además se informa y hace algo por al menos entender la complejidad de la situación, la diatriba de Larregui habrá valido la pena, ya que pudo no haber dicho absolutamente nada… Y sólo regocijarse en su éxito, en su momento, en alcanzar algo largamente deseado por cualquier rockero azteca.
ENCORE 2
“Ciudades invisibles” y “Deja te conecto”, en cuyo final León vocalizó el coro de otra de sus composiciones: “Queremos paz”, en medio de una lluvia de papel plateado, dieron por concluida, alrededor de las 23:15 horas, la hazaña de esta banda mexicana que sucede a Café Tacvba, como la más reciente en tocar en el Autódromo Hermanos Rodríguez como grupo estelar, ante un lleno total.
Sí, hubo algunas canciones que según sus seguidores más acérrimos, faltaron por cantarse, como “Asteroide” y “Veneno”, pero eso no impidió que las 40 mil almas reunidas en torno a su música, disfrutaran de varios minutos de fuegos artificiales que salían detrás del escenario, mientras se encaminaban a las salidas del circuito de carreras convertido en templo del rock and roll.
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