ROCK MILENARIO
Por FRANCISCO ZAMUDIO
THE CLASH: RUDE BOY (1980): DVD (ZIMA Entertaintment)
Imagen: Cortesía ZIMA Entertaintment
“¡The Clash está de vuelta!”. La frase ronda mi cerebro para encarar la reseña de este trabajo audiovisual. Y es que, en los últimos meses, el entrañable grupo británico fundado por Joe Strummer (voz y guitarra de acompañamiento); Mick Jones (guitarra líder y voz); Paul Simonon (bajo y coros) así como Nicky “Topper” Headon (batería), ha vuelto a las pantallas en plan estelar.
A principios de este año su canción “London calling”, sirvió como introducción de la maléfica historia real que envolvió a la película The Conjuring 2, mientras que hace apenas algunas semanas, concluyó la transmisión de la serie de televisión Stranger Things, donde el tema “Should i stay or should i go?”, se escuchó tanto en los momentos de felicidad, como en la agonía de la familia Byers.
Con estos antecedentes en la mente encaro The Clash: Rude Boy, cinta dirigida por Jack Hazan y David Mingay, con las actuaciones estelares de Ray Gange y The Clash; un rodaje mitad ficción – mitad rockumental estrenado en 1980, el cual llega ahora, una vez más, al DVD.
RAY GANGE
La trama cuenta las peripecias de Ray Gange, uno de los millones de jóvenes británicos cuyo despertar a la adultez lo tiene realmente deprimido, harto. Ray atiende una sex shop hasta donde llegan hombres maduros a la caza de revistas pornográficas que les expende en bolsas negras; suele ser detenido por la policía sólo por ser joven y altanero y vive del seguro de desempleo que le da el gobierno.
La situación político-social de la Inglaterra de finales de los setenta, impregna gran parte del film. Al arranque de este, los directores muestran un mitin del National Front, un temible partido político de extrema derecha, cuyos oradores lanzaban consignas tan caducas y racistas, del tipo “¡Ustedes son basura, un desperdicio y no tienen lugar en esta tierra!”, dirigidas a la comunidad negra.
En contraste, Rude Boy muestra también muestra la figura de John Chase, un político de color, candidato del Partido Socialista; además de introducirse al corazón de una manifestación en contra del “Frente Nacional”, alimentada por cientos de adolescentes que señalaban, con cierta razón, el espíritu nazi de dicha agrupación política, cuya homofobia es, asimismo, ampliamente conocida.
Con todo esto en la psique, Ray se la pasa de juerga en juerga sin saber propiamente qué hacer, a sus 20 años, con su vida. Con toda esa carga hormonal propia de la edad, le gusta ligarse chicas que le den sexo oral en el baño de algún cine, las cuales lo rechazan a las pocas horas, por sus reiteradas negativas a creer en el amor y, por ende, en cualquier tipo de compromiso.
THE CLASH
La banda apareció aquí en el papel de ella misma: Strummer detrás del micrófono con un diente roto; Jones con su férreo carácter y un cigarrillo siempre sobre la comisura de la boca; Simonon menos participativo quizá y Headon, con alguna que otra pasión desconocida para la mayoría: El kickboxing, por ejemplo.
Eran los primeros tiempos del grupo nacido en 1976, por lo cual el plasma punk corría con mucha mayor fuerza por sus venas. Habían lanzado apenas en el ’77 su álbum debut y, sobre el filme, encontraremos varias interpretaciones a rolas tipo “I’m so bored with the USA”, “London’s burning” o “Polices and thieves”, el cover que realizaran al oscuro músico de reggae Junior Murvin.
Hay mucha música de The Clash; como versiones embrionarias de “Safe european home”, “All the young punks” o “Tommy gun” que aparecerían en su siguiente disco e incluso algunas otras piezas que tardarían más en ser lanzadas, tipo “The prisoner”, “I fought the law” o “The guns of Brixton”, cantada por Paul. No obstante, hay un tema cuyo poderío conquista por completo la trama: “White riot”.
La traslación lírica del enrarecido ambiente segregacionista, explota lo mismo en un concierto multitudinario en contra de esa nociva práctica social, que en un show rabioso, claustrofóbico y sudoroso, donde Strummer le pide a los policías no golpear a sus fans… Con su consiguiente visita a la cárcel. Los problemas entre las fuerzas del orden y The Clash, también se alzan constantemente en Rude Boy.
RAY GANGE Y THE CLASH
En medio de todo este entorno, la vida de Ray y la de The Clash se cruza en distintas ocasiones: En una de ellas, Gange y Strummer platican filosóficamente acerca de “la derecha” y “la izquierda”. “No quiero ir adonde van los ricos”, le dice Strummer a su acompañante, mientras él le espeta: “Pues yo quiero ser de los que van en un auto lujoso, no de los que caminan”.
Con su existencia frente a una encrucijada sin muchas opciones, Ray le insiste repetidas veces al road manager de la agrupación, Johnny Green, que lo deje ser roadie. Y así se la pasa hasta que, en el ya antes mencionado concierto anti-fascismo, Gange se gana finalmente su lugar… Y un ojo morado. El final tienen que verlo por ustedes mismos, porque también es un decálogo de lo que no se debe hacer como roadie de una banda de rock.
A 35 años de su lanzamiento, Rude Boy plasma con bastante crudeza las vicisitudes de ser joven, estar desorientado y no saber si tu sistema de valores es el adecuado o no, para formar parte de un ecosistema humano o, al menos, de un satisfactorio entorno musical.
¿O qué fan de The Clash le dice al cantante de la misma: “No me gusta que mezclen la política con la música”?
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