DISTANTE INSTANTE
Por Tadeo Martínez
Imágenes: Facebook oficial
PARACAIDAS
El nuevo milenio trajo consigo un sinfín de sorpresas en el ámbito musical. Surgían como la espuma bandas que mezclaban el rap con el metal, los cantantes vestían como Tupak Shakur o Dr. Dre. Era como si los 80 regresaran con mala música de nuevo. En la isla británica Radiohead promocionaba el fantástico e hipnótico Kid A; PJ Harvey con el precioso Stories From The City, Stories From The Sea (incluida una canción con Thom Yorke) y The Cure con Bloodflowers.
Por esa época, ya con 18 años cumplidos me seguía aferrando a los de Oxford, a Supergrass, Blur y Travis, que también promocionaba el maravilloso álbum The Man Who y, para ser honestos, el disco de Jon Buckland, Will Champion, Guy Berryman y Chris Martin no me atraía en lo absoluto. Aparte, Coldplay no era un nombre atractivo para una banda.
Ahora vamos al grano. Uno de mis mejores amigos de esa época tenía sistema de televisión satelital en su casa y el canal británico de música pasó una entrevista con el líder de ese grupo. Ahí aseguraba que su disco Parachutes era un disco hecho con el corazón (así decían todos) y que las 10 rolas del mismo, reflejaban lo que ellos eran: si te gusta bien, si no lo sentían mucho, no venían a complacer tus gustos.
Esa declaración no me hizo volcarme hacia ellos de manera inmediata, pero sí me hizo pensar en darles una oportunidad. Al paso de las quincenas, decidí comprar el disco y los títulos de las canciones me estaban haciendo arrepentirme de la compra.
El disco está influenciado de manera notoria por el U2 de la época del Joshua Tree, por Echo & The Bunnymen y por los más grandes: The Beatles. Las líricas del álbum se centran en el “yo te quiero, pero tú no; a pesar de eso te esperaré” pero tiene un punto bueno, que el disco es guitarrero a morir, como toda banda que se aprecie de ser de la escena británica. Honestamente tarde unas 5 puestas de principio a fin para adentrarme en el mundo meloso y desgarrador del disco.
El corte que eligieron para promocionar el plato fue la bonita “Shiver” que cumple con el protocolo del desamor, pero si lo analizamos desde el inicio, Parachutes es en realidad lo que Chris Martin anunció en la entrevista, es un disco “valemadres” en el buen sentido, porque dependiendo tus gustos es un disco parejo, no desmerece en sus 42 minutos de duración.
“Don´t panic” es un comienzo óptimo en una clave acústica, La guitarra eléctrica que adorna “Spies” es influenciada a ojos cerrados por The Edge. En realidad, en todo el disco se huele el aroma del guitarrista de U2, que se complementa con la voz de Martin. “Spies” retrata el miedo a ser dañados, a la persecución, a salir al mundo y ser destruidos, a la inseguridad de qué vida elegir.
“Sparks” es una declaración de promesas y buenos sentimientos, creo que la mejor balada del grupo por mucho en toda su existencia, “Yellow”, es la canción que permitió a la banda darse a conocer fuera de Inglaterra. Con ese video en la playa al amanecer que varios conocidos y conocidas dedicaron a sus parejas (ahora que saben que era dedicada a las ballenas, me gustaría preguntarles si sienten lo mismo).
Si “Yellow” les sirvió para darse a conocer, con “Trouble” terminaron de confirmar que no querían ser la moda de turno. Chris Martin ataca el piano de manera delicada, como si sus manos le hicieran el amor y desnudara la canción lentamente, algo que los abrió a otros sonidos, para imprimirle una cuota más de dolor a la letra, que habla de daño y de arrepentimiento.
El quiebre del disco viene con el tema que le da nombre: “Parachutes”. 45 segundos de Martin y su guitarra, ellos dos hacen una bella pieza que no desmerece en lo absoluto, amor eterno que se promete será divino.
“High speed” y “We never change” buscan esperanza en gente que no quiere amar, repito, el amor y desamor en toda su expresión. Cuando él dice que quiere vivir en un lugar donde hacer amigos sea más fácil.
Si el álbum te puso medio triste o te bajoneó, “Everything’s not lost” no te llevará a la fiesta, pero si dejará tu corazón contento, porque su letra nuevamente habla de esperanza, eso de querer creer que nada está perdido, de luchar hasta el final. Pero no todo termina ahí, ya que al finalizar la canción comienza el track escondido (tan de moda por esos días), que tiene por nombre “Life is for living”, y la temática es nuevamente de esperanza en un futuro mejor.
Recordé este disco porque en días pasados escuche el mejor cover de todos los tiempos a “Yellow”, de la banda folclórica-acústica argentina llamada Los Migues. Ellos la grabaron simplemente como “Amarillo” y la asocie un poco con mi introducción a la lectura: No supe si yo le di la oportunidad a los libros o los libros a mí. Esto me paso con este disco.
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