FESTIVAL CAPITAL 2014: ENTRE LA MÚSICA Y LA LLUVIA (DÍA 2)
Por Francisco Zamudio
Fotografías: Cortesía OCESA; Facebook oficial de Haim y Kings Of Leon y archivo
* Memorables actuaciones de Belle & Sebastian y St. Vincent
Con shows que darán de qué hablar hasta el siguiente año, al menos, así como un terreno lleno de estragos causados por la lluvia de la noche anterior y la tarde del pasado domingo; cerró oficialmente la quinta edición del Festival Capital, dejándole muchas enseñanzas a los organizadores y a los asistentes, con miras a un 2015 donde se tendrá que buscar otra sede o reacomodar la existente, por la fecha de México dentro del campeonato mundial de Fórmula Uno.
Dice un muy viejo refrán, netamente mexicano: “Sobre aviso no hay engaño”, así que si un día antes el desfile de gente podía analogarse con una exhibición de moda; ahora la pasarela de entrada al festival era de impermeables y botas para caminar entre la lluvia y el lodo.
Hubo de todo, desde las capas más sencillas vendidas afuera del metro Ciudad Deportiva a 10 pesos; hasta varias de diseño con estampados de Batman, por ejemplo. En el calzado, algunos se trajeron las botas de plástico con las cuales lavan el patio sus respectivas progenitoras, mientras otros hasta unas de diseños sicodélicos o estampados con calaveras portaban en los pies.
En esta ocasión, fueron los Charming Liars, Cut Snake, Dohko y James Bay quienes se encargaron de subir un switch musical el cual, nuevamente, debió ser bajado alrededor de las 15:30 horas, por culpa de un nuevo diluvio.
Retrasos en algunos escenarios, cancelaciones con apenas horas de aviso como la del irlandés Hozier, reacomodos de último minuto; parecía una nueva reproducción de la película anterior, pero no fue así. Finalmente, los horarios se reajustaron y, por ejemplo, el proyecto musical y artístico Young And Sick, inició su presentación en el Escenario Light a las 16:50 horas, en el lugar de Hozier.
Young And Sick: Rhythm and blues de orígenes reconocibles
La idea musical del holandés radicado en Los Ángeles Nick Van Hofwegen, apareció para desplegar una propuesta afincada en el rhythm and blues con ramificaciones hacia el soul electrónico y el jazz, donde sus raíces son fácilmente identificables, sobre todo las tonales, fuertemente influenciadas por Jay Kay, de Jamiroquai.
Él y su banda interpretaron mucho material de su homónimo álbum debut, recomendable precisamente para una tarde lluviosa, pero frente al calor emanado de una chimenea, con una botella de vino tinto en la mano; no en un campo abierto lleno de lodo y agua estancada.
Chvrches: Electrotónica escocesa para secarse el cuerpo
Iain Cook, Martin Doherty y Lauren Mayberry emergieron a las 17:30 con “We sink”, pieza erigida sobre programaciones electrónicas, sintetizadores y computadoras. “Electrotónico” llaman ellos mismos al género que desarrollan de la mano de Lauren, quien con su dulcificada cualidad vocal, puso a bailar al respetable con los ritmos martilleantes de “Gun” y “Lies”, entre otras.
De su placa debut The Bones Of What You Believe, editada apenas el año pasado, brotaron a través de los altavoces “Science/Visions”, “Recover” o “Tether”, enviados por una Lauren Mayberry que lucía sobre los ojos un maquillaje glitter dorado, el cual la hacía parecer una especie de “mapache del espacio”.
Con “The mother we share”, los escoceses recorrieron su propio telón sonoro. “Gracias, son ustedes muy agradables” fueron las últimas palabras de Mayberry sobre el escenario, quien se llevó una bandera mexicana amarrada al cuello, como una capa de súper heroína azteca de rostro transparente y ojeras cósmicas.
El público pedía otra, pero los tiempos suelen ser bastante rígidos -por fortuna- en el Festival Capital, así que no hubo oportunidad de continuar escuchándolos.
St. Vincent: Electrónica contra talento orgánico
A las 18:10, bueno, como 20 minutos más tarde, quien esto reporta se transformó en un fan más de Anne Erin Clark, mejor conocida por su proyecto de electro-rock St. Vincent.
Los climas electrónicos que la circundan me repelen, ciertamente, pero al minuto de empuñar su guitarra eléctrica y deslizar sus delgados dedos sobre ella; la fuerza y la destreza con la que le arranca sonidos, incluidas técnicas avanzadas de tapping, me atraen como la miel a las abejas.
Y creo que quienes se pararon frente a ella en el Escenario Light, también sufrieron la misma metamorfosis, ya que durante los solos de canciones tipo “Cheerleader”, “Rattlesnake”, “Birth in reverse” o “Cruel”, no sólo aplaudían o se movían en sus lugares, sino que literalmente rugían de excitación.
Esa energía le regresó y se le marcó en la piel, ya que en un determinado momento, se bajó de su zona segura para tocar parada en la valla de contención. Mientras más gritaban sus seguidores, más se animaba, hasta que dejó de lado su eléctrica y de plano se aventó a los brazos de la gente para nadar entre ellos.
La excelsa guitarrista concluyó su energizante actuación creando extensos feedbacks, tirada en el piso del stage, retorciéndose de gozo, de placer, algo que varios sentimos no nada más sobre la piel, sino más adentro.
Belle & Sebastian: Con sentido de comunidad
Su clasificación dice que son una banda de pop. ¿Una banda de pop cruza el océano con un cuarteto de cuerdas para representar de manera fiel los sonidos de sus álbumes? Pues eso hicieron Richard Colburn, Chris Geddes, Stevie Jackson, Bobby Kildea, Sarah Martin y Stuart Murdoch entre las 19:10 y las 20:10 del pasado domingo.
“¡Hola! Es genial estar nuevamente en México, sí. Nosotros somos Belle y Sebastian y somos de Escocia. Perdón, creo que trajimos la lluvia, pero vamos a pasarla genial”, manifestó Murdoch en un español ligeramente “champurrado” pero perfectamente entendible.
“Funny little frog”, “Perfect couples”, “I’m a cuckoo” y “Suckie in the graveyard” entre otras composiciones, disolvieron en las venas de la concurrencia, extendidas dosis de alegría, de una vibra perdida entre el lodazal y las míticas largas distancias entre escenarios que la gente camina, en ocasiones, casi sin luz, entre los vendedores de todo, pero en especial los de cerveza y mezcal; que le venden alcohol a jóvenes sin pulsera de identificación de mayoría de edad y cuyas caras los delatan, sin importarles nada.
Para que la felicidad fuera completa, Stuart no sólo bajó a cantar entre la gente, sino que para “The boy with the arab strap” subió a varios adolescentes del público a bailar y a cantar junto con el grupo, estableciendo un nexo casi familiar con sus incondicionales. Pero no sólo con ellos, sino con quienes nunca los habían (o habíamos) visto en vivo.
Aunque la felicidad no fue eterna
Damon Albarn: No es lo mismo
A las 20:10 arribó al Escenario Light un personaje conocido. Damon Albarn, indiscutible líder de grupos importantes como Blur y Gorillaz y otros menos neurálgicos pero interesantes, tipo The Good, The Bad And The Queen o Rocket Juice & The Moon, el cual formó con Flea de los Red Hot Chili Peppers y la leyenda del afrobeat Tony Allen.
La muchedumbre lo recibió con muchos bríos: “¡Damon!, ¡Damon!, ¡Damon!” y los intermitentes “Olé, olé, olé, olé… Damon, Damon” clamaban sus fans. Y él se dejó consentir incluso con un regalo especial: Una piñata mexicana con su efigie, presente que les obsequió su club de fans mexicano tanto a él como a sus músicos.
El británico ofreció varios temas de Gorillaz (“Tomorrow comes today”, “Kids with guns”, “El mañana”), uno de The Good, The Bad & The Queen (“Kingdom of doom”) y recordó también a Blur a través “End of a century”.
No obstante la selección, que a miles seguramente les pareció atinada, le faltó la chispa que encendiera todo, como lo consiguió apenas el año pasado en el FICM con Blur.
Y es que sus tracks en solitario: “Everyday robots”, “Photographs (you are taking now”), “Mr. Tembo” y “Heavy seas of love” poseen unas características melódicas muy introspectivas, apacibles al grado del tedio, del desgano.
En su favor anotaremos el traslado del entarimado hacia la gente para cantar junto con sus fans y el haber tocado “Clint Eastwood”, por supuesto, la canción más reconocible de Gorillaz, que le administró una óptica más alegre y luminosa a su concierto. Y es que no es lo mismo Blur que su cantante en solitario, en serio, no es lo mismo.
Haim: De Fleetwood Mac a…
Desde Los Ángeles, California llegó Haim, una agrupación de férrea presencia femenina, ya que su columna vertebral ha sido cimentada por las hermanas Este Arielle, Danielle Sari y Alana Mychal Haim, quienes se hacen acompañar por Dash Hutton.
Rock pop guitarrero que puede llegar en ocasiones a rozar los terrenos del heavy metal o el punk, al menos en vivo, son mejor conocidas por integrar elementos del rhythm and blues a su sonido, aunque también han sido comparadas con Fleetwood Mac, de quien por cierto tocaron la noche del domingo un cover a “Oh well” con más energía que la versión original.
“The wire”, “My song 5”, donde una de las chicas pidió atentamente: “Cuando tocamos esta canción, la gente mueve sus pinches traseros. Agiten sus putos traseros para mí”; “If i could change your mind” o “Don’t save me”, pasaron lista de asistencia antes de tratar de conquistar a las mayorías con una rola a capela.
Al haber nacido y crecido en LA, ciudad que algunas estadísticas sitúan como el área poblacional con mayor número de mexicanos después del Distrito Federal y no Monterrey o Guadalajara; se les hizo fácil cantar un fragmento de una canción de Selena ante de interpretar “Forever”.
El “detalle” que a simple vista se pensaría que fuera rechazado por la mayoría hípster del festival, fue coreado inclusive por muchos de ellos, lo que habla irremediablemente del daño causado por la radio en el gusto popular no sólo en territorio nacional, sino más allá del Río Bravo.
The Kooks: ¡Rock and roll, baby!
Luke Pritchard, Peter Denton, Hugh Harris y Alexis Núñez llegaron a la otrora “Ciudad de los Palacios” con un rock directo, pegadizo, bien ejecutado, así como la porción exacta de distorsión guitarrera que no sólo hizo bailar a sus fanáticos, enmarcados en un target de entre 15 y 25 años, sino a varios provenientes de lustros pasados.
Por ejemplo, a un lado de quien esto escribe, se encontraba una dama que, fácil, tenía más de 60 años de edad. Se le vía alegre, contenta, llevaba el ritmo con el pie derecho mientras cantaba en voz baja algunas canciones de los ingleses, a quienes miraba a través de unos lentes redondos de alta graduación.
“Around town”, “Down”, “Always where i need to be”, “She moves in her own way”, pieza acústica de esencia country que fue una de las más celebradas durante su presentación, así como “Westside” y su saborcito stoniano; circularon entre miles de cuerpos activados y reactivados por el hechizo del sonido.
Además se escucharon “Forgive & forget”, “Junk of the heart (happy)”, “Ohh la”, un track de menos de dos minutos de duración como “Eddie’s gun” y “Naive”, con la cual se cerró el círculo de “prendidez” alrededor de los británicos, quienes dejaron los ánimos acalorados, listos para cambiar nada más de mirada hacia el escenario principal.
Kings Of Leon: Decepción tecnológica
No es la primera vez que pasa en cinco años. Empero, las fallas en el equipo de sonido del Escenario principal para la última banda de la velada, la estelar en dicho espacio, fueron realmente desastrosas en esta ocasión.
Desde donde me encontraba, a un lado del Escenario Light, no se oía escuchaba nada proveniente del Escenario principal. Al minuto parecía que los ingenieros de audio solucionaban el problema, pero sólo se oían sonidos lejanos y huecos. Así escuché “Supersoaker” y “Taper jean girl”.
El deber periodístico indicaba que debía caminar hacia el stage primario para escuchar algo mejor, pero el sentido común terminó imponiéndose, tras intentar la travesía y toparme de frente con un auténtico muro de personas. Ya no se podía caminar con fluidez por esa zona.
Entonces mi radar interno ubicó la salida y hasta allá se dirigieron mis piernas. La quinta edición del Festival Capital había concluido para mí y sólo restaba iniciar la travesía de vuelta al hogar, bajo la misma circunstancia de negociación con los voraces conductores de taxis, así como un cansancio físico y mental que duró hasta el pasado martes por la mañana.
Pero como dice otro mexicanísimo dicho mexicano: “¿Pero lo bailado quien me lo quita”? O ¿quién se los quita a los más de 85 mil aficionados que acudieron el día de hoy? La respuesta el próximo 2015.
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